Humberto Maturana Romesín, hijo de Olga Romesín y Alejandro
Maturana, nació en Santiago de Chile el 14 de septiembre de 1928.
En 1965 participó con otros profesores en la fundación de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile.En 1994 recibió el Premio Nacional de Ciencias en Chile por su trabajo de investigación sobre la percepción y sus planteamientos sobre la biología del conocimiento.
Luego se encuentra con
el trabajo de Ximena Dávila sobre el “Conversar Liberador”
entendiendo ambos que el quehacer profesional de ella abre las puertas para una
nueva comprensión del vivir y convivir humano, decidiendo crear juntos en el
año 2000 el Instituto de Formación Matríztica (después llamado Escuela Matríztica de Santiago) para dar formación en el
entendimiento de la matriz biológica-cultural del habitar humano.
- Algunas de sus publicaciones son:
- “De máquinas y seres
vivos” (1973), con la colaboración de Francisco Varela.
- “El árbol del
conocimiento” (1984), con Francisco Varela.
- “Amor y Juego”, en
colaboración con Gerda Verden-Zöller.
- “Educación desde la
matriz biológica de la existencia humana” (Biología del conocer y biología del
amar), con Ximena Dávila. Publicado en: Revista PRELAC Proyecto Regional de
Educación para América Latina y el Caribe. Nº 2, febrero 2006 (Los Sentidos de la
Educación). - “La Gran oportunidad fin de la psiquis del liderazgo en el
surgimiento de la psiquis de la gerencia co-inspirativa”, con Ximena Dávila,
publicado en Revista Chilena de Administración Publica N° 10, diciembre 2007,
pp 101-124.
- “Habitar Humano en
seis ensayos de Biología-Cultural” (2008), con Ximena Dávila.
Es fundador y docente del Instituto de
Formación Matríztica, donde trabaja en el desarrollo de la dinámica de la
Matriz Biológico-cultural de la Existencia Humana. La propuesta del instituto
matríztico es explicar las experiencias desde las experiencias, como un hacer
propio del modo de vivir humano (cultura), en un fluir en el entrelazamiento
del lenguajear y el emocionar (conversar), que es donde sucede todo lo humano.
Rescatar las emociones dentro de una deriva
cultural que ha escondido las emociones, por ir en contra de la razón, es una
de las aperturas de mirada propuestas por el doctor Maturana y sus
colaboradores, pues da cuenta de que la deriva natural del ser humano como un
ser vivo particular tiene un fundamento emocional que determina esta deriva. El
AMAR (expuesta como verbo, esta noción devela dinámica relacional desde la cual
surge en el vivir humano) es la emoción que, sostienen, funda lo humano en
tanto es el fundamento de la recurrencia de encuentros en la aceptación del
otro, la otra o lo otro como legitimo otro que da origen a la convivencia social
y, por lo tanto, a la posibilidad de constitución del lenguaje, elemento
constitucional del vivir humano y sólo del vivir humano.
El 5 de agosto de 2006 un incendio
destruyó totalmente las dependencias del Laboratorio de Neurobiología y
Biología del Conocer de la Facultad de Ciencias de la Universidad de
Chile, sostenido junto a los biólogos Jorge Mpodozis y Juan Carlos Letelier.
Maturana también ha hecho grandes aportes a las
ciencias humanistas, principalmente a la psicología constructivista, tanto procesal
sistémica como posracionalista, citándolo en sus planteos principales señala
"la terapia permite, en un espacio protegido volver a reencontrar los
pilares de las relaciones humanas, aprender a comunicarse positivamente,
desarrollar habilidades de empatía hacia la familia y los hijos, aprender a
escuchar desde el otro y traer nuevamente a la relación los espacios de
respeto, aceptación y reconocimiento del otro como una persona distinta a
nosotros. esto es la terapia conversacional, es decir, disolver el sufrimiento
en conversaciones de reformulación y aceptación de las experiencias y
contenidos negados. Por tanto, las distintas coordinaciones conductuales
consensuales que se dan como contradicciones emocionales dentro de un sistema,
pueden ser resueltas en el lenguajear (Maturana, H, (1996), y en el fluir de un
tipo de conversación reconstructiva.
Dice Maturana (1990 a, 1993b) que lo que otorga
identidad de clase a una unidad compuesta es su organización. En las unidades
compuestas podemos distinguir organización y estructura, siendo la organización
–la relación específica entre los componentes- la que determina la identidad de
clase de la unidad compuesta que distinguimos en nuestra observación. Mi paso
inmediato será, pues, precisar cuál es esa organización específica que debo
distinguir en mi observación para decir que tengo la experiencia de observar
una persona. George Herbert Mead (1934) propuso una distinción adecuada cuando
señaló que lo que caracteriza a la persona es ser objeto para sí misma. Explicó
acertadamente el surgimiento y la construcción de la persona como una
consecuencia del uso del lenguaje. El mismo Maturana, mucho más recientemente,
llega a conclusiones similares, aunque partiendo de otras premisas.
“OBJETIVIDAD ENTRE PARÉNTESIS”
Es una
expresión acuñada por el científico chileno Humberto Maturana para
referirse al papel de la objetividad en los criterios de validación
de las explicaciones científicas, que para este autor debería ser puesta
"entre paréntesis" ya que el conocimiento es una construcción en
el lenguaje y no la captación de una realidad independiente
del observador. Este concepto tradicional de la objetividad lo denominaría
como objetividad trascendental.
La objetividad entre
paréntesis se sustentaría en el determinismo estructural de los
sistemas vivos, que se relacionarían con su entorno dentro de las posibilidades
de su constitución estructural. Así lo percibido del mundo exterior
correspondería a una construcción hecha por el observador a partir de su
estructura y tiene que ver con su historia de cambios estructurales, más que
con el agente que perturba sus sistemas sensoriales, que en sí mismo no tiene
el poder de generar los cambios de estado que tuvo el sistema que observa. Así,
una aprehensión objetiva del entorno es imposible por la misma constitución
estructural de los seres vivos, que sólo pueden procesar de su entorno aquello
que su estructura permite. Por ejemplo, la visión "objetiva" del
entorno depende de la constitución estructural del ojo del sujeto.
De la misma forma, Maturana
advierte de la incapacidad de distinguir entre el error y la ilusión de una
vivencia en el momento en que ocurre. Por lo tanto todo es vivido como real al
momento de vivirlo, y es una operación de abstracción posterior la que otorga
este carácter a cualquier experiencia, que a su vez se basa en otra experiencia
cuyo carácter de realidad también está sujeto a las mismas reglas. Así, las
explicaciones que un observador construye están también cimentadas en su
historia de cambios estructurales, que puestas en el lenguaje se construyen en
base a distinciones hechas en él por una comunidad en particular. Los consensos
científicos sobre la verdad, entonces, tendrían una validez restringida, y el
argumento de la objetividad no resultaría válido para sostener que la verdad
científica tiene un carácter privilegiado frente a otras formas de concebir la
realidad.
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